Los antiguos Etruscos utilizaban el polen de las vides silvestres en su cultivo de miel
En el mundo antiguo, las uvas silvestres crecían desenfrenadamente en las costas del Mediterráneo, y los etruscos las utilizaron cultivándolas para crear las primeras formas de vino, además de aprovechar también el polen de esas vides para el proceso de elaboración de miel.
Entre las ruinas del taller de un aristócrata del siglo 500 a.C., en el yacimiento italiano de Forcello excavado durante años, se han encontrado miles de restos carbonizados de panales, fósiles de abejas melíferas y, curiosamente, productos de la colmena que han sobrevivido a las implacables pruebas del tiempo.
Forcello fué un efímero puerto comercial etrusco ubicado en el río Po, en el norte de Italia, a través del cual estos expertos navegantes comerciaban con los griegos. El río Po era conocido en la Antigua Grecia bajo el nombre de Eridanós.
La excavación del antiguo sitio etrusco reveló que el taller fue víctima de un incendio que lo llevó a las ruinas. La parcela quedó cubierta posteriormente por una gruesa capa de arcilla, para que se pudieran construir nuevos edificios sobre los cimientos quemados. Afortunadamente para los investigadores de la historia, la arcilla espesa ayudó en su proceso de conservación.
Un análisis detallado de los panales carbonizados y derretidos mostró la presencia de polen proveniente de nenúfares y de vides silvestres de la costa.
Los arqueólogos pudieron distinguir dos tipos de restos carbonizados: los compuestos por miel y cera, mezclada con la tierra, y los compuestos por pan de abeja — mezcla fermentada a base de polen, que preparan las abejas como reserva alimentaria para larvas y abejas jóvenes — . Los tipos de polen que se encuentran allí informan sobre las flores de las que estos insectos solían alimentarse.
Se cree que los barqueros etruscos llevaban al amanecer los botes cargados con colmenas junto a las zonas con lirios, nenúfares y vides, luego tomaban una balsa accesoria para regresar a la orilla, dejando a las abejas cosechando hasta que las colmenas se llenaban de miel. El peso recién agregado cambiaba la flotabilidad del bote, y eso indicaba a los apicultores que el bote estaba completamente cargado de miel y que estaba listo para regresar al taller para la extracción de miel.
Una buena fuente de agua limpia genera una colmena fuerte y una producción de miel más rica. Los nenúfares indican alta pureza de agua. Quizás los etruscos sabían esto y plantaron deliberadamente sus botes de abejas cerca de fuentes de agua ricas en nenúfares, no únicamente por su polen sino para ayudar a las abejas a aterrizar y recolectar agua para que la colonia se hidratara.
En cuanto al sabor de la miel de vid silvestre, es posible que los etruscos comprendieran los beneficios de colocar exclusivamente la colmena en áreas donde crecen flores y plantas particulares.
Todo esto ha confirmado la literatura antigua del antiguo erudito romano Plinio el mayor, quien afirmó que:
“Los aldeanos de ostiglia simplemente colocaron las colmenas en botes y las llevaron 5 millas río arriba por la noche” (Lorenzi, 2017).